La piedra iluminada by Fernando Arrabal

La piedra iluminada by Fernando Arrabal

autor:Fernando Arrabal [Arrabal, Fernando]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1985-10-12T00:00:00+00:00


¿Quería K. que lo acompañara?:

—Cuando termine mi ciclo en tu país volveré a pie al de mis antepasados. Atravesaré más de medio mundo, como un ermitaño itinerante. Pasaré años andando. En las etapas comunicaré con la gente a través de la expresión pictórica de la espiritualidad. Proyectaré en un plano estético el soplo del conocimiento.

Para K. ¿la pintura era el don de gentes?, ¿la lengua de fuego a que se refería S.? ¿Sentía desconfianza o fervor por el lenguaje?

—A lo largo del camino trazaré la vía.

¿A qué vía aludía K.? Las imágenes pictóricas ¿constituirían visiones o miradas? Estas imágenes ¿pintarían la cáscara del espíritu?, ¿reflejarían su esencia?, ¿su desnuda transparencia y su contrito delirio?

Para K. un viaje equivalía a un itinerario de transformación. En el invernadero, los insectos evolucionaban siguiendo etapas muy diferentes. La vida de las efímeras nunca duraba más de unas horas mientras que permanecían tres años como larvas. El escarabajo ciervo volante, cuando emergía de su crisálida a fines del verano, no se dirigía a la superficie sino que permanecía inmóvil, enterrado, durante cerca de un año, escondido bajo el Campo de los Carpinteros. Las moscas negras, si los huevos habían sido depositados en el Rectángulo de las Inmundicias, necesitaban menos de diez días para recorrer el ciclo huevo-larva-pupa-adulta.

S. soñaba con el viaje al castillo:

—Tengo noticias de que comienzan a llegar invitados al castillo. D. ha enviado un telegrama a mi tío. Dice:

«Apoteosis, desenfreno, fascinación. Las parejas más depravadas del mundo se dirigen al castillo en aviones cargados de coliflores, tachuelas y reclinatorios. Sólo recibiré sadomasoquistas sublimes o paranoicos frenéticos. Será la noche más delirante y comestible del siglo en la tierra más irracional y mística del universo. Le envío mi devoción supergelatinosa y putrefacta. Divinamente suyo».

A mí, lo que me gustaría, sería ir al castillo acompañado por dos mujeres: tú como mi dueña y la asesina como mi esclava.

S. soñaba con arrebatar cimas a la conciencia pero K. meditaba sobre su itinerario:

—Mis antepasados pensaban que una diosa engendró todo lo que existe. De sus entrañas brotaron las islas, los mares, las montañas, los ríos, los metales, las piedras, las hierbas, los árboles.

El día en que mi vientre perdió mi primera gota de sangre se inició la génesis del Firmamento. Yo tenía entonces trece años. K. llegó dos años después.

—La diosa dio por último nacimiento al fuego. Este parto le causó quemaduras en el vientre. El dolor le provocó vómitos y exudaciones. Sus excrementos, su orina, su pus, su sudor, sus vómitos se transformaron en criaturas y en nueve dioses.

Días después de perder mi primera gota de sangre, retiré el-himen-de-mi-cuerpo: con las manos-de-mi-tórax y el bastón del mutilado. Pero la génesis del Firmamento ya había comenzado. La supresión de mi himen no tuvo el más mínimo impacto en el desarrollo normal del origen.

K. me miraba a veces como si estuviera leyendo un mensaje situado entre mis ojos y mi nuca:

—Somos, como el universo, frutos del cielo y de la tierra. Para mis antepasados, del ojo izquierdo de la diosa nació la iluminación; del ojo derecho la luna, y de la nariz la fertilidad.



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